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A review by firvida
Las chicas de campo. Trilogía by Regina López Muñoz, Edna O'Brien
5.0
Una empieza este libro, portada con florecillas incluida, pensando que va a leer un relato bucólico, quizás algo nostálgico y no exento de cierta melancolía, sobre un par de amigas irlandesas que se crían en la campiña y van avanzando juntas en la vida a lo largo de los años, primero en Dublín y luego en Londres. Esperas un conjunto de novelas amenas y alegres sobre el pasar de la vida, una descripción de paisajes idílicos, un elenco de personajes agradables, y el caso es que te encuentras leyendo una mezcla entre Cumbres Borrascosas, Los pazos de Ulloa y La campana de cristal.
De alegre, nada; de bucólico, menos. 'Las chicas de campo' es una trilogía sórdida, dura, pesimista, que gira en torno a lo que implicaba ser niña y mujer en la Irlanda católica de los años 50 y 60. Quizás por eso la cantidad de reseñas negativas que recuerdo que en su día poblaron bookstagram y que también se ven por aquí, especialmente en su último tomo, porque este es un libro abiertamente feminista y abiertamente anticatólico que no duda en poner al límite a sus personajes, en narrar escenas desagradables y, con todo, profundamente bellas y en incomodar al lector con situaciones duras que Edna O'Brien no endulza. Y no las endulza porque, al final, este es un libro militante.
Los dos primeros narran la adolescencia ('Las chicas de campo') y primera juventud ('La chica de ojos verdes') de Baba y Kate; el tercero, sus desastrosos matrimonios (irónico título el de 'Chicas felizmente casadas'). Los hombres que pueblan estos libros y las relaciones que Kate y Baba mantienen son un reflejo certero del funcionamiento del patriarcado: la obsesión de ellas por el amor, especialmente en el caso de Kate, y la fría indiferencia de ellos. Son todos mezquinos en el mejor de los casos, maltradores (Eugene, el padre de Kate, el marido de Baba) y depredadores (el señor Gentleman) en el peor. Hombres mayores que ellas que se saben por encima en la escala de jerarquía sexual y se aprovechan de su situación.
Y sí, Kate es desesperante, porque Kate es un dibujo perfecto de lo que el patriarcado hace con las mujeres: sin educación, sin haber inculcado en ellas grandes valores cívicos, sociales, morales o éticos, ¿qué les queda? Alienarse, o lo que es lo mismo: obsesionarse con el amor, con la idea de amar y ser amadas, que es aquello a lo que aspiran porque es aquello a lo que se les ha dicho que deben aspirar. Eso es Kate: la manera de O'Brien de lanzarnos a la cara las consecuencias nefastas de mantener idiotizadas a mujeres fundamentalmente buenas y potencialmente inteligentes, pero atrofiadas por el patriarcado. A Kate la hubiera salvado el feminismo, la hubiera salvado una Delia ('La calle abarrotada', Winnifred Holtby). No lo tuvo, y de ahí su historia.
Me parecen novelas soberbias y O'Brien una autora mayúscula.
De alegre, nada; de bucólico, menos. 'Las chicas de campo' es una trilogía sórdida, dura, pesimista, que gira en torno a lo que implicaba ser niña y mujer en la Irlanda católica de los años 50 y 60. Quizás por eso la cantidad de reseñas negativas que recuerdo que en su día poblaron bookstagram y que también se ven por aquí, especialmente en su último tomo, porque este es un libro abiertamente feminista y abiertamente anticatólico que no duda en poner al límite a sus personajes, en narrar escenas desagradables y, con todo, profundamente bellas y en incomodar al lector con situaciones duras que Edna O'Brien no endulza. Y no las endulza porque, al final, este es un libro militante.
Los dos primeros narran la adolescencia ('Las chicas de campo') y primera juventud ('La chica de ojos verdes') de Baba y Kate; el tercero, sus desastrosos matrimonios (irónico título el de 'Chicas felizmente casadas'). Los hombres que pueblan estos libros y las relaciones que Kate y Baba mantienen son un reflejo certero del funcionamiento del patriarcado: la obsesión de ellas por el amor, especialmente en el caso de Kate, y la fría indiferencia de ellos. Son todos mezquinos en el mejor de los casos, maltradores (Eugene, el padre de Kate, el marido de Baba) y depredadores (el señor Gentleman) en el peor. Hombres mayores que ellas que se saben por encima en la escala de jerarquía sexual y se aprovechan de su situación.
Y sí, Kate es desesperante, porque Kate es un dibujo perfecto de lo que el patriarcado hace con las mujeres: sin educación, sin haber inculcado en ellas grandes valores cívicos, sociales, morales o éticos, ¿qué les queda? Alienarse, o lo que es lo mismo: obsesionarse con el amor, con la idea de amar y ser amadas, que es aquello a lo que aspiran porque es aquello a lo que se les ha dicho que deben aspirar. Eso es Kate: la manera de O'Brien de lanzarnos a la cara las consecuencias nefastas de mantener idiotizadas a mujeres fundamentalmente buenas y potencialmente inteligentes, pero atrofiadas por el patriarcado. A Kate la hubiera salvado el feminismo, la hubiera salvado una Delia ('La calle abarrotada', Winnifred Holtby). No lo tuvo, y de ahí su historia.
Me parecen novelas soberbias y O'Brien una autora mayúscula.