A review by gladys_enmarte
La leyenda del santo bebedor by Joseph Roth

Este libro reúne seis relatos, la mayoría publicados de forma póstuma, y son: “Abril”, “Fallmerayer, el jefe de estación”, “El profeta mudo”, “Un capítulo de la revolución”, “El Leviatán” y, por último, el que le da el título a este ejemplar. Antes de leer estos cuentos me puse a investigar al autor, porque se sabe de sobra que la vida y los hechos históricos, políticos y sociológicos influyen en las obras. Y eso fue lo que me encontré acá. Después de leer sobre su vida y su exilio es notable que él y los personajes masculinos de estos relatos -que son diversos- tienen mucho en común. Unos están peleando en la guerra, otros sienten que su patria no es su patria, otros son alcohólicos empedernidos, pero todos tienen algo en común, y es la relación que tienen con las mujeres. Son desapegados, fríos, distantes y hasta crueles con los personajes femeninos de estas historias. No tienen ningún problema en dejarlas y pasar página. La relación misma de Roth y su esposa no fue muy buena, poco tiempo después de casarse su mujer empezó a presentar síntomas de una enfermedad mental. Tiene mucho sentido así el trato que reciben las mujeres en estos cuentos de parte de sus parejas/amantes. Por otro lado, los personajes masculinos se sienten perdidos, van de acá para allá, como el mismo escritor y ahogan sus penas en el alcohol. 

Tanto Joseph Roth como Stefan Zweig trasladaron a sus obras la situación sociopolítica que les tocó vivir en la primera mitad del siglo XX, sin embargo, prefiero la narrativa y los personajes creados por el segundo autor. De los seis cuentos que se encuentran en este libro me gustaron más los dos últimos, “El Leviatán” y “La leyenda del santo bebedor”. 

Yo tengo la costumbre de buscar siempre contexto sobre los autores que voy a empezar a leer por primera vez, pero en el posfacio, de forma muy breve, la traductora hace un pequeño recorrido por la vida del autor. 

Por último, la traducción y edición del libro, como siempre, es impecable. Lo único que me faltó esta vez fue el acostumbrado retrato ilustrado del autor al comienzo.