Scan barcode
otapavel's reviews
13 reviews
The Sleepless Rider: Translated by Anna-Marie Aldaz by Manuel Scorza
adventurous
dark
emotional
informative
inspiring
mysterious
reflective
sad
- Plot- or character-driven? Character
- Strong character development? No
- Loveable characters? Yes
- Diverse cast of characters? Yes
El jinete insomne es la tercera parte de la pentalogía La guerra silenciosa, de Manuel Scorza, que narra las reivindicaciones del campesinado de la sierra central de Perú durante los años 60, con el fin de recuperar las tierras que les pertenecían por derecho.
Todas estas novelas tienen un personaje central (que puede tener un rasgo mágico; ej.: Garabombo, en Garabombo el invisible, es invisible para los blancos) y todas ellas terminan en una masacre cruel perpetrada por el ejército. Además, las narraciones remiten a hechos históricos y personajes a los que Scorza da cuerpo y voz en el relato.
El protagonista de El jinete insomne es, como su nombre indica, el insomne Raymundo Herrera, presidente de la comunidad de Yanacocha. Herrera tiene 63 años y lleva despierto desde 1705, momento en el que fue robado el título que otorga a los campesinos el derecho sobre sus tierras.
"La libertad es como la mañana. Hay quienes esperan dormidos a que llegue, pero hay quienes desvelan y caminan la noche para alcanzarla". Son palabras del Subcomandante Marcos, del Ejército Zapatista. La falta de sueño implica aquí no solo una discontinuidad de la existencia, sino una detención del tiempo vital de Herrera hasta poder conseguir su cometido de recuperar sus derechos.
Para ello, lleva a cabo una estrategia que sabe que es inútil desde el principio, pero que resulta la última vía dentro de la legalidad: trazar un plano de los territorios originales de Yanacocha. Organiza un peregrinaje por los distintos pueblos, en los que se dirige a los viejos del lugar, los únicos que recuerdan las marcas originales de la población. Me refiero a que sabe que es un esfuerzo inútil porque el insomnio también conduce a la lucidez: Herrera traza el plano no tanto para conseguir la libertad, sino para no olvidar. Es consciente de que el único recurso que le queda es la rabia, que seguirá presente cuando él ya no esté, en este caso en manos de Agapito Robles, el protagonista de la cuarta novela.
Por cierto, estas novelas están descatalogadas. Me las voy encontrando con el pasar de los años en librerías de viejo, sin casi pretenderlo, cuando ya me había olvidado de la búsqueda. Puede que pasen unos cuantos años hasta que consiga leer El cantar de Agapito Robles.
Todas estas novelas tienen un personaje central (que puede tener un rasgo mágico; ej.: Garabombo, en Garabombo el invisible, es invisible para los blancos) y todas ellas terminan en una masacre cruel perpetrada por el ejército. Además, las narraciones remiten a hechos históricos y personajes a los que Scorza da cuerpo y voz en el relato.
El protagonista de El jinete insomne es, como su nombre indica, el insomne Raymundo Herrera, presidente de la comunidad de Yanacocha. Herrera tiene 63 años y lleva despierto desde 1705, momento en el que fue robado el título que otorga a los campesinos el derecho sobre sus tierras.
"La libertad es como la mañana. Hay quienes esperan dormidos a que llegue, pero hay quienes desvelan y caminan la noche para alcanzarla". Son palabras del Subcomandante Marcos, del Ejército Zapatista. La falta de sueño implica aquí no solo una discontinuidad de la existencia, sino una detención del tiempo vital de Herrera hasta poder conseguir su cometido de recuperar sus derechos.
Para ello, lleva a cabo una estrategia que sabe que es inútil desde el principio, pero que resulta la última vía dentro de la legalidad: trazar un plano de los territorios originales de Yanacocha. Organiza un peregrinaje por los distintos pueblos, en los que se dirige a los viejos del lugar, los únicos que recuerdan las marcas originales de la población. Me refiero a que sabe que es un esfuerzo inútil porque el insomnio también conduce a la lucidez: Herrera traza el plano no tanto para conseguir la libertad, sino para no olvidar. Es consciente de que el único recurso que le queda es la rabia, que seguirá presente cuando él ya no esté, en este caso en manos de Agapito Robles, el protagonista de la cuarta novela.
Por cierto, estas novelas están descatalogadas. Me las voy encontrando con el pasar de los años en librerías de viejo, sin casi pretenderlo, cuando ya me había olvidado de la búsqueda. Puede que pasen unos cuantos años hasta que consiga leer El cantar de Agapito Robles.
The Member of the Wedding by Carson McCullers
dark
mysterious
reflective
slow-paced
- Plot- or character-driven? Character
- Strong character development? Yes
- Loveable characters? Yes
- Diverse cast of characters? Yes
- Flaws of characters a main focus? Yes
4.0
Tomemos una frase del hablar popular: "Cada persona es un mundo". Si cada escritor y escritora de la historia tuviera que partir de este aforismo para construir una historia (sí, ya sé que el impulso creativo no funciona así, pero esto es una hipótesis, ¿vale?), saldrían mil historias diferentes, aunque estoy seguro de que muchas tratarían sobre la soledad.
Creo que Carson McCullers tomaría el aforismo y le añadiría un adjetivo: "Cada persona es un mundo privado (e irreconciliable con el resto). En el caso de Frankie, la protagonista, el libro arranca tal que así:
Sucedió aquel verde y loco verano, cuando Frankie tenía doce años. Un verano en el que ella no había pertenecido a nada. No había pertenecido a ningún club ni a nada en este mundo.
El resto del libro trata sobre eso, el no pertenecer. Es decir, es un tratado acerca de la adolescencia, y la adolescencia, según Carson, consiste en no pertenecer ni comprender el mundo, habitándolo en un exilio interior.
Normalmente esta clase de personajes adolescentes pasan por esta secuencia: 1. Situación inicial-2. Deseo de cambio-3. Viaje que suscita el cambio. Lo que me gusta de esta novela es que McCullers se salta a la torera el manual del coming of age, porque Frankie se explica a sí misma como una persona que ya ha cambiado, que ya ha llevado a cabo su revolución interior, y que escapar de su casa con su hermano mayor después de la boda, en este caso, es solo un trámite que confirma todo esto.
Hacía tiempo que no veía tan bien retratados los castillos de arena en los que creemos habitar cuando nuestra personalidad y nuestras ideas del mundo están todavía formándose, y cómo la madurez consiste en derribar esos castillos y pisar el suelo real. Conociendo a Carson McCullers, esperaba un poco más de desazón ante este descubrimiento, pero por suerte deja un resquicio de alivio: pisar suelo real conduce a una especie de felicidad que no es alcanzable desde los castillos de arena.
Creo que Carson McCullers tomaría el aforismo y le añadiría un adjetivo: "Cada persona es un mundo privado (e irreconciliable con el resto). En el caso de Frankie, la protagonista, el libro arranca tal que así:
Sucedió aquel verde y loco verano, cuando Frankie tenía doce años. Un verano en el que ella no había pertenecido a nada. No había pertenecido a ningún club ni a nada en este mundo.
El resto del libro trata sobre eso, el no pertenecer. Es decir, es un tratado acerca de la adolescencia, y la adolescencia, según Carson, consiste en no pertenecer ni comprender el mundo, habitándolo en un exilio interior.
Normalmente esta clase de personajes adolescentes pasan por esta secuencia: 1. Situación inicial-2. Deseo de cambio-3. Viaje que suscita el cambio. Lo que me gusta de esta novela es que McCullers se salta a la torera el manual del coming of age, porque Frankie se explica a sí misma como una persona que ya ha cambiado, que ya ha llevado a cabo su revolución interior, y que escapar de su casa con su hermano mayor después de la boda, en este caso, es solo un trámite que confirma todo esto.
Hacía tiempo que no veía tan bien retratados los castillos de arena en los que creemos habitar cuando nuestra personalidad y nuestras ideas del mundo están todavía formándose, y cómo la madurez consiste en derribar esos castillos y pisar el suelo real. Conociendo a Carson McCullers, esperaba un poco más de desazón ante este descubrimiento, pero por suerte deja un resquicio de alivio: pisar suelo real conduce a una especie de felicidad que no es alcanzable desde los castillos de arena.